Pedro-Ñancupel-el-pirata

Pedro Ñancúpel, el pirata chileno más famoso del siglo XIX

Contents

Nos remontamos a la segunda mitad del siglo XIX, un hombre es temido más que a ningún otro en las islas Guaitecas, se trata de Pedro Ñancúpel, un bandido que atemoriza a las gentes, por sus robos y continuos asesinatos.

Pero, ¿Cómo llegó hasta esa situación? Durante toda su infancia Ñancúpel tuvo una vida normal, había nacido en una familia humilde y tanto su padre José Ñancúpel, como su madre Petronila Alarcón le dieron una buena educación.

Se cuenta que durante su juventud no daba atisvos de en qué se convertiría y con 20 años y tratando de ganarse la vida se había trasladado a la Isla Grande de Chiloé, al sur, buscando trabajo. Fue allí donde, había conocido a una linda mujer llamada Pabla y se casó con ella.

Una vez casado, y viendo que no había logrado un trabajo satisfactorio para sus necesidades, viajó hasta el archipiélago de las Guaitecas para trabajar junto con su hermano en el negocio de las pieles.

Sus comienzos como cazador de lobos y su transformación en pirata

Fue en Guaitecas, trabajando con su hermano que aprendió el arte de matar animales de forma rápida y limpia involucrándose en la caza de lobos marinos, gatos de mar y cipreses, siendo hachero durante años.

Cansado de su actual vida y después de haber aprendido a manejar las armas blancas como nadie, decidió embarcarse en una actividad mucho más lucrativa como la de la piratería adhiriéndose a la banda ‘Los Nahuelhuén’.

Durante años, estuvo a las órdenes de José Domingo Nahuelhuén quien, junto con otros 15 hombres, sembraban el terror por los mares que bordeaban territorios chilenos, secuestrando naves tanto nacionales como extranjeras, matando a su tripulación y quedándose con los botines que había en ellos.

La captura y juicio de Pedro Ñancúpel

La justicia chilena, logró apresar a toda la banda, incluido Ñancúpel, pero, tras el juicio, se comprobó que los hechos de los que se le acusaban no podía haberlos cometido él por encontrarse en otro sitio. Sus compañeros, sin embargo, no corrieron la misma suerte y fueron fusilados en 1879 cuando Pedro Ñancúpel tenía 42 años.

Una vez absuelto Ñancúpel, lejos de redimirse, siguió cometiendo delitos, secuestrando personas y asesinando a los que se ponían en su contra. Actuaba por la zona de Melinka y generalmente solía romper las embarcaciones por el casco y entrar en ellas mientras la nave se llenaba de agua y estaba condenada a hundirse irremediablemente.

Gracias a eso, logró lucrarse muy pronto y en grandes cantidades con oro, pieles y todo tipo de objetos de valor.

Fue ejecutado por un pelotón

Pedro Ñancúpel no tenía corazón. Era capaz de matar tanto a mujeres como a niños inocentes e indefensos. Se cuenta que incluso solía violar a las chicas justo antes de quitarles la vida. Sin embargo, hay quien dice que repartía parte del botín que obtenía entre la gente más pobre.

Sea como fuera, era un peligro para la sociedad, y fue por ello que apenas 7 años después de haber sido arrestado por primera vez, fue capturado por las fuerzas del orden chilenas mientras disfrutaba de una gran borrachera tras un nuevo ataque pirata.

Durante medio año su nombre estuvo en los diarios escritos de toda Chile, se narraban con todo lujo de detalles los asesinatos y los robos que había cometido. Era la comidilla del país durante todo el tiempo en el que su futuro se dirimía en los juzgados y, al final, fue condenado a muerte, la cual tuvo lugar el 07 de noviembre de 1888. Hay quien dice que llegó una carta de indulto justo después de su muerte, pero nunca se comprobó la veracidad de estos hechos.

Lo que sí se sabe es que su cadáver no recibió sepultura, sino que fue entregado a su viuda quien tuvo que arrastrarlo ella misma en una carreta totalmente descubierta hasta el cementerio de Castro y enterrarlo ella misma.

Poca gente sabe que el hermano y los sobrinos de Pedro Ñancúpel (algunos de ellos menores de edad) también fueron arrestados, pero lograron huir del fusilamiento. Los menores de edad quedaron inmediatamente en libertad por su condición de menores, mientras que el hermano e hijo de este, mayores de edad, se escaparon de la cárcel poco después de haber confesado los crímenes que se le acusaban.

Convertido en leyenda tras su muerte

“Mata a un hombre y serás un asesino, mata a millones y serás un conquistador, mátalos a todos y serás Dios”, esa frase, escrita por Jean Rostand bien podía resumir lo que ocurrió tras la muerte de Ñancúpel.

Algunos, estaban horrorizados por sus actos y se alegraban de su muerte, sin embargo, otros trataban de ponerle disculpa afirmando que había luchado contra las injusticias sociales y que siempre estuvo a favor de los indígenas y de los pobres.

Pronto comenzaron a salir todo tipo de rumores acerca de lo que había hecho o dejado de hacer. Se dijo que había matado entre 99 y 200 personas y que estaba convencido de que si mataba a la cantidad suficiente de personas no sería castigado.

También se cree que, como pirata que era, había escondido su tesoro en la isla Guamblín, algo que tuvo tal repercusión que muchos fueron los que cavaron grandes hoyos allí buscando su fortuna.

Libros y obras que hablan de su vida

Tratando de esclarecer los crímenes cometidos por Ñancúpel, Francisco Vidal realizó una investigación exhaustiva y publicó sus conclusiones en la obra ‘Naufragios ocurridos en las costas de Chile’. En dicho documento, se afirmaba que Pedro no podía ser el culpable del hundimiento del Jilguero y el asesinato de todos sus integrantes sino que, por el contrario, su naufragio se debió a condiciones climáticas adversas en su paso por el golfo Corcovado.

Poco después, se dio a conocer un poema de autor desconocido en el que se recomendaba que no siguieran de ejemplo de Pedro Ñancúpel:

poema-ñancupel

Además de eso, también se creó la novelaMemorias de Pedro Ñancúpelun siglo después de su fallecimiento y que contaba sus hazañas con todo lujo de detalles. Catorce años después, Mario Contreras Vega, creó el libro ‘Pedro Ñancúpel, Pirata de Chiloé’ en donde se incluía fragmentos históricos con elementos de ficción.

Finalmente, en 2012 Voltaire escribióEl laberinto del loboen donde se narra los crímenes llevados a cabo por Ñancupel en el siglo XIX.